20.8.10

Yo soy ese

Yo soy ese que no se baña todos los días
Yo soy ese que se incomoda en los eventos sociales
Yo soy ese que saca fotos por la ventana
Yo soy ese que deja la ropa en el piso
Yo soy ese que no tiene miedo al llanto
Yo soy ese que aún no sabe que camino tomar
Yo soy ese que a pesar de sí se enoja
Yo soy ese que se sonroja frente a una mujer
Yo soy ese que por el momento no piensa en la muerte
Yo soy ese adentro de una coraza
Yo soy ese que vive pensando
Yo soy ese que se cocina a sí mismo
Yo soy ese que sabe que está viviendo la historia de amor más simple y perfecta que jamás podría imaginar
Yo soy ese que no sabe si canta bien o mal
Yo soy ese que no se sabe las calles
Yo soy ese amigo raro
Yo soy ese que piensa que es gracioso
Yo soy ese que nunca se saca las medias
Yo soy ese que cuestiona sus principios
Yo soy ese que contempla el horizonte a una hora pactada por él y el Sol
Yo soy ese que a pesar de sí reza
Yo soy ese ruido molesto
Yo soy ese que pierde la atención
Yo soy ese.

3.8.10

Raro

No estamos del todo hechos para esto, en algún punto de nuestra existencia nos sentimos así. Quizás por una preferencia, por una elección, por un vicio, por un color, por una forma, por una suma. Y no hablo de estar corrido apenas por unos centímetros de esa línea media que nos atraviesa a todos. Hablo de estar del otro lado, de infringir la norma. Nunca llegamos a ser ese Uno, difícilmente igualemos a ese número entero tan perfecto. Con un pie en el cemento civilizado y otro en el barro, andamos. Pero del pie embarrado no hablamos, lo mantenemos bajo llave, y las llaves las tiramos al océano. La magia sucede cuando dos llaves se encuentran y se hablan. Y se hablan únicamente a partir de los secretos, que son en definitiva las características que las hacen únicas. Si existiera una llave que abriera todas las cerraduras, no harían falta cerraduras ni llaves. "¡Utopía!" alguno gritó por lo bajo, aunque no estaba seguro de lo que decía. Pretendía ser Uno, el número (no la razón de su ser), y se embarcó en una travesía inútil. Debe ser porque no tiró la llave al océano, todavía no sabe que la posee. El Héroe de esta historia es aquel que aún sabiendo de la llave y del océano, decide tirar la primera en el segundo, ya que las llaves develan sus misterios únicamente en las profundidades del océano plateado.

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